Saturday, May 09, 2009

Prohibido hablar: Carlos Fernández se iría por decirle la verdad a Cristina
POR CARLOS SERRICHIO

Después del 28 de junio, el problema no serán los votos, sino la caja. Y, en ese contexto, Ricardo Echegaray podría ser el próximo ministro de Economía (porque se afirma que Carlos Fernández hizo lo que Néstor Kirchner le había prohibido). De todos modos, Fernández ha resultado ausente ante la opinión pública o sea que no lo extrañarán. Ricardo Echegaray es igual o más obsecuente pero, además, tiene alta exposición pública. El autor es un periodista especializado en Economía, ex corresponsal de

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Los Andes). En noviembre pasado, luego del triunfo electoral de Barack Obama en EEUU, trazamos aquí un paralelo entre las gestiones de George W. Bush y las de Néstor y Cristina Kirchner.
Consistía en la constatación de que durante la gestión Bush, EEUU creció de modo ininterrumpido, desde una leve recesión a inicios de 2001 hasta la que se desató en el 3er. trimestre de 2008, el penúltimo de los 32 en que el cowboy texano estuvo al frente de la Casa Blanca.
Entre el inicio y el fin de los ocho años de Bush, precisamos, el PBI de EEUU creció 20%, magnitud más que respetable para una economía desarrollada y de altos ingresos. De hecho, en ese período EEUU creció más que Japón, Francia, Italia y Alemania.
Nadie, sin embargo, pensaba entonces -y menos ahora- que Bush hubiera hecho una Presidencia ejemplar. Prueba de lo contrario era su herencia: un mundo más violento e incierto y ya adentrado en una recesión económica con potencial de depresión global.
El paralelo se completaba con la observación de que, habiendo presidido la Argentina durante el sexenio (2003-2008) de mayor crecimiento del que se tenga registro, la prueba última de la calidad de gestión kirchnerista sería su sustentabilidad.
Ese crecimiento (vale recordarlo, porque al oficialismo siempre se le olvida) ocurrió en el marco de la mayor expansión mundial y regional de los últimos 60 años, pero allí estaba. La cuestión de fondo era la solidez de la construcción política, económica, social e institucional de los Kirchner.
Los propios miembros del matrimonio presidencial parecieron dar una respuesta cuando dijeron que una derrota oficialista en una simple elección legislativa haría que el país “explote” y pierda “estabilidad institucional”.
A esa política del miedo se agregó en los últimos días una variante thatcherista: la inexistencia de alternativas.
La cantilena de que la oposición es incapaz de gobernar y/o de que no hay opción decente es un clásico de la política electoral oficialista, aquí y en todos lados.............

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