Friday, October 02, 2009

Claves (y limitaciones) del ascenso de Julián Domínguez
POR SUSANA MERLO

¿Es el arribo de Julián Domínguez al ministerio agrario el 1er. tirón de orejas de Néstor Kirchner a Aníbal Fernández? Se lo pregunta la autora, quien además advierte: "Si el flamante ministro no consigue que le transfieran, además de lo obvio, Agricultura que ahora reportaba a la Producción de Débora Giorgi; la Secretaria de Ambiente, buena parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la flamante Secretaría de Integración, y el poder real sobre el área de Pesca y la poderosa ONCCA.

La verdad, es que la renovada función ministerial del bonaerense Julián Domínguez comienza con algunos puntos a favor, muchísimas dudas y un par de certezas (aunque de gran peso).

Si su objetivo es solo "durar", tal vez lo logre...
En todo caso, no solo contará con las mieles del rango, sino también, con el clima que, lluvias mediante, le da una gran mano al poner a los productores dentro de sus campos (finalmente trabajando), en lugar de desocupados, amenazando todos los días con subir a las rutas.

Esto, sumado al gran operativo distracción, con cantidad de frentes abiertos que no dan tiempo a profundizar sobre los conflictos de fondo, que está llevando adelante el Gobierno (Kraft, Scioli y su impuestazo, la "nacionalización" del fútbol, las subas de luz y gas, la ley de medios, etc.), que le permite, más que dividir a los ponentes, atomizar las adhesiones y no como ocurrió el año pasado cuando buena parte de la sociedad léase, clase media-, utilizó a la resolución 125 como disparador de su propio malestar.

Todo esto hizo que "el campo" dejara de estar en la primera línea, sitial que difícilmente logre recuperar por un largo rato, aunque los problemas siguen siendo los mismos. Obviamente, eso le va a dar margen a Domínguez quien, al menos, no se va a ver tan presionado mediáticamente como sus predecesores. Pero no va a tener mucho más que esto, aunque ya haya tomado la iniciativa de reunirse con los dirigentes del sector, la semana próxima.

Pero, con una cartera improvisada, con muy pocos recursos y que, en general, están operados desde otros "rincones"; y prácticamente sin técnicos de envergadura pues los buenos se fueron prácticamente todos, mientras que él tampoco cuenta con un equipo propio para hacer frente a semejante exigencia (de hecho, su segundo es un académico casi sin agenda empresaria, ni dirigencial, y lo que le queda del equipo de su antecesor, directamente no mueve el fiel de la balanza), resulta casi obvio que la nominalmente rejerarquizada cartera tiene muchas más chances de convertirse en una cáscara vacía de mayores dimensiones que lo que ya era el área hasta ahora, que de transformarse en el Ministerio de Agricultura que la Argentina se debe desde hace años.

Una cosa también es segura: en los próximos días se va a intensificar geométricamente la pulseada por los espacios, y por el manejo de áreas que, en definitiva, significan poder y "caja", según la óptica de los políticos, y se supone que Domínguez lo es.

Desde ese punto de vista, si el flamante ministro no consigue que le transfieran, además de lo obvio, Agricultura que ahora reportaba a la Producción de Débora Giorgi; la Secretaria de Ambiente, buena parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la flamante Secretaría de Integración, y el poder real sobre el área de Pesca y la poderosa ONCCA, su función no pasará mucho más allá del uso de tarjetas troqueladas con el título de Ministro, bajo el escudo nacional.
De hecho, como esta administración tampoco nunca hizo reuniones de Gabinete, ni siquiera tendrá la chance de aparecer, cada tanto, en alguna foto de ese tipo.

Por supuesto, que la reorganización natural, si es que efectivamente se pretende que él çrea tenga algún peso real, lo enfrentará de entrada no más, con los posibles "perdedores" que ven con terror la posibilidad de que se achiquen más aún sus ya disminuidos feudos, tal el caso de Débora Giorgi, Lino Barañao, etc. pero, especialmente, se las va a tener que ver con los verdaderos peso-pesados de esta película: el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, muy montado desde que comenzó su gestión, sobre todos los temas del campo (precios de los alimentos, intervenciones, arbitraria distribución de maíz a los ganaderos, acuerdos discrecionales con agroindustrias, etc.), y que hasta ahora no fue "frenado" por ningún ministro, sino, bastaría solo con preguntarle como le fue a Giorgi con su subordinado...

El otro es Ricardo Echegaray, actual titular de la AFIP, ex Aduana y ex ONCCA (Oficina de Control Comercial Agropecuario) área que, teóricamente funcionaba en Agricultura, pero que hasta días atrás, era regida por él con mano férrea. Tampoco se supo nunca que se verticalizara con ningún ministro.
Finalmente, queda el propio ex presidente Néstor Kirchner a quién se le atribuye la autoridad sobre los dos anteriores, además del encono contra el campo de, al menos, los últimos 4 años.

¿Tanto habrá cambiado en estos días como para devolverle al área su propio manejo?
¿Por qué lo haría cuando hasta se ocupó, hace un par de años, de hacer bajar al entonces titular de la cartera, del Palco Central de Palermo para que no diera un discurso, o más recientemente, impulsó la salida del ministro bonaerense, Emilio Monzo, según se dice y nadie desmintió porque tenía buen diálogo con el campo?.

Otra duda mayúscula pasa por el Jefe de Gabinete, quien intenta instalar que Domínguez es su "protegido". También desde el mismo sitio se deja trascender el acercamiento "duhaldista" que se estaría produciendo. Ambas versiones muy poco creíbles.

¿Para qué entonces, solo hace 15 días presentó en sociedad la Secretaría de la Integración que, según él mismo, se iba a abocar a desenredar el conflicto con el campo que ahora deberá encarar el nuevo Ministerio?

Más vale, considerando la naturaleza de Kirchner y sus reacciones (nunca aparece retrocediendo ni dando el brazo a torcer), la sorpresiva elevación del rango de Agricultura aparece entonces más como una respuesta/escarmiento al propio Anibal Fernández, seguramente por haber creado un área para atender el conflicto con el campo, que el ex Presidente no le había pedido (ni autorizado), que una decisión estratégica sobre la política interna del país y, menos aún, una tardía concesión o reconocimiento al sector que hace años había elegido como adversario, antes de decidirse a atomizar, tanto a los enemigos, como a las adhesiones de la sociedad, como está haciendo en los últimos días.

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