Saturday, August 16, 2008

Entre REALIDADES y FANTASIAS

Especial para Campo 2000: Luis E. O´Connor


En la vida lo necesario es poder distinguir entre la realidad y la fantasía. Cuando esta cualidad no está presente en una persona, esta situación crea confrontaciones enojosas en el entorno personal. Cuando esta situación se produce en quién está al frente de la administración de un país, las consecuencias se multiplican indefinidamente creando un conflicto del cual se hace muy difícil salir. El conflicto que se vive entre el gobierno nacional y el sector agropecuario es una situación que no debiera existir. De esto se ha dado cuento la mayoría de los habitantes del país, inclusive los citadinos, que del campo sólo sabían que existía y los que más cerca estuvieron lo hicieron en algún viaje de vacaciones desde la ventanilla de un microómnibus o de un automóvil, mientras viajaban hacia un destino turístico o por trabajo.

Los habitantes de las ciudades se encontraron de repente en medio de una conflicto que podríamos llamar ficticio, porque si bien es, no existe... o no debió haber existido.
Y, paradójicamente, no es una responsabilidad del agro, aunque desde el gobierno se insista en esa postura. El productor no es formador de precios, los precios se forjan en el mercado. Y de esto, que parece que el poder político sentado en el sillón tan depreciado de Rivadavia todavía no se ha dado cuenta, la gente ya lo ha advertido. La mayoría de los políticos, en sus discursos suelen hablar de honestidad, transparencia y otros adjetivos similares, como cualidades básicas y necesarias en cumplir con el servicio público. En gobernar para el pueblo, dice la presidente argentina. Pero es notorio que ha basado su decisión en democracias antiguas, donde no todos eran pueblo ni patricios. Han dejado de lado el concepto principal por sobre todo otra cualidad: la aptitud e idoneidad para un cargo tan importante, teniendo en cuenta que el cargo es la conducción de una nación y sus habitantes.

Y la ineptitud acarrea muchos problemas que suelen no tener una salida equitativa. Cuando existen enfrentamientos, algo está fallando en quien tiene el deber y la obligación de contemporizar para encontrar el camino adecuado y posible a una salida que contemple los reclamos y posiciones de todas las partes. El gobierno de Néstor Kirchner basó su rédito en un acuerdo con los productores para recomponer la economía y finanzas de la Nación, la extendió para disponer de un encaje positivo. El sector agropecuario puso el hombro y el esfuerzo, cuarteando la gestión del gobierno. Cómo les pagó, dándole la espalda durante toda su gestión.
La anterior gestión ha tomado medidas en contra de la producción agropecuaria, poniendo en una situación de caos al sector ganadero, primero, y luego al lechero. Colocando a ambos en una situación crítica y echando por tierra con la credibilidad de la Argentina como proveedora en esos y otros rubros por capricho de sus dirigentes políticos.

La sucesora en el mandato ha sido aún más discordante con quienes pusieron el mayor esfuerzo en la gestión política y administrativa del gobierno. Pero no les dio la espalda, ella se puso en la vereda de enfrente, comprometiendo el progreso en un enfrentamiento personal e irracional con el sector más desarrollado de la Nación. El Kalifato, con sus visires tomando las riendas del proceso, está quebrando la capacidad de la nación, dejándonos a merced de los predadores externos, que ya han tomado bajo su dominio recursos importantes como el petróleo, la energía, las comunicaciones. La avidez tremenda que los domina sólo ha de conducirnos al deterioro de la Nación. La Nación somos los argentinos, no Argentina territorio y sus riquezas, que cambiarán de mano y nos dejarán en la ruina para beneficio de otros.

Su discurso adolece de veracidad, es agresivo sin necesidad y atenta contra su propio interés, toda vez que está logrando que el pueblo se de cuenta y tome partido en un conflicto innecesario, y no precisamente a su favor. Si sus colaboradores no se lo han manifestado aún, o si no lee los diarios, escucha la radio o ve la televisión, para darse cuenta de lo que sucede puertas afuera de su despacho, es que todos los argentinos estamos envueltos en un problema mayor, porque más allá de la ineptitud es posible que existan problemas mayores que será muy difícil solucionar.
Los líderes, en un tiempo llamados caudillos, tenían una virtud, cuidaban a su gente.
Esa es una cuestión ineludible para quienes están al frente de una comunidad, en este caso una nación. Entonces es preocupante, porque estamos viendo que se está confundiendo a la gente con los secuaces, y esto es peligroso para la resolución de esta situación, la jefe de estado está confundiendo los términos de memoria, a la que tanto nombra, tanto ella como el actual conductor del partido justicialista, y demuestra una incapacidad total de aprendizaje de la historia a la que se refiere, creyendo que el odio y la venganza llevarán a los argentinos a un futuro mejor. Pero en eso también se equivoca, el futuro no existe no puede ser esperado, El futuro se construye hoy, porque el futuro no es sino hasta que se convierte en presente, y no es algo que vendrá de la nada, sino de lo realizado en el presente que es lo único real de que disponemos. Los planes se ejecutan hoy, aunque estén pergeñados para ser realizados y concretados en el tiempo por venir, porque de eso se trata, del porvenir.

Las rencillas, luchas y diferencias sólo separan los esfuerzos y demoran las realizaciones. El país que merecemos es este, no el que nos inventamos en la fantasía. La realidad supera toda especulación, y mientras no seamos capaces de hacer algo mejor, tendremos, como es debido, el país que merecemos que es el que tenemos, sólo podremos mejorarlo hoy y en un contexto de esfuerzo y armonía.
Ser jefe conlleva muchas obligaciones, y quién no esté dispuesto para ello debiera hacer un paso al costado. O, por contrario, bajarse del caballo de bronce y empezar a trabajar por el pueblo que dice defender, y por el otro al que está enfrentada, también.

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