Monday, April 27, 2009

Argentina pierde producción
y el mundo sufre


Lamentablemente en Argentina vemos como semana a semana vamos perdiendo volumen de producción. Los rindes reportados asustan por lo bajo, y hasta resultan poco creíbles, pero la propia Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se encarga de recabarlos, e ir ajustando sus proyecciones a la baja. Recordemos las cifras que fuimos barajando


*Luego de la siembra, 45 a 48 mill.tt.
*Luego de la floración cuando las lluvias de fin de febrero / inicios de marzo calmaron las expectativas 41 a 42 mill.tt.
*Luego cuando las lluvias se cortaron y el llenado de granos fue muy malo, 37 a 39 mill.tt.
*Ahora que la trilla va avanzando 32 a 35 mill.tt.
*E incluso hay quienes creen que cuando se generalice la trilla de los lotes de segunda, las estimaciones podrían incluso bajar de las 30 mill.tt.

Frente a esto el USDA redujo en su reporte anterior las proyecciones para Argentina de 43 a 39 mill.tt. con lo que todavía tendría que hacer un ajuste muy importante para llegar a una cifra que esté al menos en línea con las estimaciones más optimistas de los privados.

Cuando se achica la producción Argentina tenemos implicancias tanto para nuestro país como para el mercado global. En el mercado global, al existir menor oferta en Argentina, la demanda debe ir a buscar esa mercadería a otros países. La presión compradora se traslada a EEUU principalmente, aumentando las exportaciones esperadas, y haciendo caer los stocks. El problema es que las existencias norteamericanas son muy bajas, 4,5 mill.tt. Es decir que ni aún suponiendo que los stocks de Norteamérica bajaran a cero, podríamos compensar el ajuste que el USDA debería hacer en Argentina.

Por otro lado tenemos el problema interno en Argentina. Las fábricas procesadoras de soja realizaron una inversión muy grande en los últimos años, con el fin de aumentar un 50% la capacidad de molienda, preparándose para un crecimiento de producción local que se daría en el futuro. Mientras ese crecimiento se fuera dando, se importarían porotos de otros países y se molería también otras oleaginosas, además de soja, para alimentar la capacidad de molienda expandida.

Ahora, con una cosecha menguada, se ven presionados a importar más materia prima del exterior para funcionar. Pero para hacerlo existe un problema: las exportaciones de aceite y harina están gravadas con una tasa de 32% y 33% respectivamente. Si se quiere comprar poroto de soja local, que tiene un impuesto de exportación del 35%, incluso existe un diferencial arancelario a favor de la industria. Pero si se debe comprar soja de otros países donde no existen tales impuestos, al comprar hay que pagar el precio lleno, y entonces el negocio es deficitario en un 30%.

Para solucionar esto se recurre al régimen de importación temporaria, que consiste en que el aceite y la harina que se producen con soja traída desde Paraguay por ejemplo, es exportada sin pagar derechos de exportación. Pero este mecanismo ha sido vedado por el gobierno Argentino, que no quería perderse los derechos de exportación por la labor de las fábricas, aún cuando estuvieran trabajando para completar la capacidad de molienda.

Esto deja abierto sólo el camino de industrializar otras oleaginosas, pero en primer lugar, ya estaba contemplado que las mismas fueran utilizadas, y en segundo lugar la producción de estas también fue menor.
Las salidas pasa porque las fábricas utilicen parte de las más de 20 mill.tt. de soja que hay en stock en Argentina para continuar operando. El problema es que esos 20 mill.tt. están en manos de productores, quienes las utilizan como forma de ahorro. Es decir que la mercadería está, el problema es hacer que los productores vendan.

Un primer elemento que podría ayudar a que esos stocks se vendan, es que dado que la campaña es mala, para conseguir el capital de trabajo necesario para sembrar, se deberá vender una parte de la reserva. Sin embargo, esto no solucionará el problema. Será muy difícil lograr que los productores vendan. Esto sólo se logrará si el precio es muy bueno.

Conclusión, los precios subirán en el mundo para reflejar la menor producción, y deberían subir más todavía en Argentina para que los productores se vean tentados de vender sus reservas. Lo único que podría salir mal, sería que los aceiteros en lugar de recurrir a subir los precios en el mercado para conseguir la soja, intenten apoyarse en el gobierno, pidiendo que fuercen a los mismos a vender, o bien que se limite la exportación de poroto en grano. Frente al descontento que hay en el sector esto no parece una salida posible, pero también viendo el encono del gobierno con el sector, que los lleva al absurdo de querer prohibir el uso de glifosato y la soja transgénica, no se puede descartar nada del análisis.
Dante Romano
Director Académico del CGA
de Fundación Libertad

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