Thursday, November 04, 2010

Los inversores extranjeros
le exigen más a la
agroindustria argentina

Como resultado de los sobrecostos y la inestabilidad político-económica que perciben en el país, los inversores externos esperan una mayor rentabilidad para destinar capitales a la Argentina que a cualquier otro país del Mercosur.
Por los sobrecostos y la inestabilidad político-económica que perciben en la Argentina, los inversores extranjeros enfrentan un costo del capital mayor para desarrollarse en el país y, consecuentemente, requieren una rentabilidad más elevada que en cualquier otro Estado del Mercosur para invertir en el sector agroindustrial nacional.
A pesar de la amplia gama de oportunidades que presenta el país, reunir el capital para desarrollar un proyecto agroindustrial de una dimensión importante en territorio argentino, exigirá tasas de retorno sobre el capital invertido de alrededor del 19%. En cambio, en Brasil ese porcentaje es del 10%, en Paraguay, del 13% y del 8%, en Uruguay.
Los principales obstáculos que presenta la Argentina para los inversores extranjeros son “la inseguridad jurídica” que se traduce en el “temor a las confiscaciones” y “las barreras a la exportación y movilidad del capital”.
Estas conclusiones surgieron de entrevistas con responsables de fondos de inversión, banqueros, directores de empresas agroindustriales y expertos del sector.Los cuestionarios se hicieron en el marco del trabajo “Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector agropecuario del Mercosur”, realizado por el Proyecto “Apoyo a los procesos de apertura e integración al comercio internacional”, programa regional en el que participan Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y del Fondo Multilateral de Inversión (FOMIN).
En Argentina el proyecto es conocido como Programa de Inserción Agrícola (PIA). “A la hora de analizar la radicación de capitales en la Argentina, muchos de los consultados agregaron el problema de infraestructura como otro factor disuasivo.
Por ejemplo, la escasez de servicios ferroviarios y la falta de mantenimiento de rutas y autopistas”, dijo Raúl Roccatagliata, director ejecutivo del PIA, que integran la Sociedad Rural Argentina (SRA), el Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), el Centro de la Industria Lechera (CIL) y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). “Todas estas trabas desalientan la instalación de capitales extranjeros y hacen que la Argentina pierda competitividad respecto de sus vecinos, a la hora de captar inversores”, agregó Roccatagliata.
En segundo lugar, en la escala de obstáculos, los entrevistados señalaron que “la inestabilidad macroeconómica” y la “excesiva carga impositiva” son otras variables que preocupan a los inversores extranjeros a la hora de pensar en la Argentina como destino de capitales.
La “ineficiencia en la resolución judicial de conflictos laborales” y la “falta de compromiso en la ejecución de los contratos” también producen un alto grado de desmotivación y son problemas que también se perciben en Paraguay y Brasil, según comentaron muchos de los entrevistados.
Si bien en cada uno de los miembros del Mercosur se encontraron distintas trabas o desincentivos a la inversión extranjera directa, los entrevistados perciben como comunes a los cuatro países los costos de infraestructura para la producción y logística de las empresas; costos del financiamiento de los proyectos y una excesiva carga impositiva.
“En el Mercosur los inversores extranjeros como los locales enfrentan sobrecostos que terminan por determinar una inversión menor a la posible su derivación a países competidores”, explicó Marcela Cristini, autora del trabajo.
A pesar de los atractivos naturales que presenta el Mercosur para invertir en la agroindustria, los riesgos económicos y los sobrecostos que presenta determinan que el costo de capital sea menor en países competidores como Sudáfrica.
Allí la rentabilidad mínima que esperan los inversores extranjeros para destinar capitales al sector agropecuario es del 7,3%. Es todavía menor en Chile, 5,9% y en Polonia, 5,6%.Cristini explicó que “la IED es una fuente más para financiar al sector agropecuario”, y agregó: “Los asiáticos financian mucho el desarrollo con el ahorro de sus familias y empresas.
Durante muchos años viven por debajo de los estándares de consumo occidentales. Los japoneses aún hoy están ahorrando el 34% de sus ingresos. En la Argentina y Brasil esa participación es del 16%, aproximadamente”.
Según Cristini, los países del Mercosur tienen un porcentaje bajo de ahorro. “Para poder crecer con rapidez, necesitamos complementar el ahorro con otras fuentes de financiamiento. Una es el endeudamiento externo. Otra, complementaria y que permite inyectar modernización es la IED”.

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